
El ser humano tiene tantos dones, tantas virtudes. Más de lo que uno puede imaginar. Es el ser más inteligente y a la vez el más inconciente. Somos incapaces de tantas acciones. También perdemos habilidades en el camino, y tapamos las virtudes con nuestros defectos. Somos materialistas y vivimos en un mundo que nos comprime cada vez más el cerebro. Muy pocos son los que se atreben a romper las líneas del modelo. Pero esos pocos son los que realmente disfrutan, y saben vivir la vida. Porque ignoran lo que tienen que ignorar y valoran lo que en realidad debemos valorar. Estas personas son las que fabrican la felicidad, en cambio las otras sólo se pasan la vida buscandola.